Autor: José Miguel Silva
¿Es posible, en pocas palabras, resumir o englobar este primer año de Ollanta Humala en la presidencia?
Lo principal, creo, es que este año le ha dado la razón a quienes creyeron que Humala era menos malo que Keiko Fujimori. Humala ha cedido mucho más de lo que ella lo hubiera hecho. Y luego ha hecho un gobierno medio intrascendente, sin capacidad para alterar mucho las cosas, pero en esto no se diferencia de los anteriores así que no hay que ser despiadado ni con él ni con su gobierno. Se está comportando como un domesticado mal menor.
En tu texto de la revista Argumentos graficas la situación como que estamos en un país donde se da una ‘alternancia (democrática) sin alternativa. ¿Te refieres únicamente a la alternativa de cambio del modelo económico?
El artículo al que aludes trata de distinguir dos niveles de análisis. Uno es el del sistema político y otro es el del gobierno de Humala. Cuando uno observa el sistema político peruano de los años 2000 constatas que hay muchos menos cambios de los que hubo en el vecindario latinoamericano y andino. Es decir, votaciones social e ideológicamente similares a las obtenidas por Humala dieron pie a transformaciones importantes en Bolivia, Ecuador, Argentina, Paraguay, etc… Pero en el Perú votaciones similares no dan origen a cambios políticos similares. Y esto tiene un costo para el sistema democrático, la alternancia electoral no altera nada sustantivo y, por lo tanto, el ciudadano peruano, que ya es bien escéptico de cualquier institución, se va convenciendo de que ir a votar sirve de poco. Entonces, ese es el primer nivel de análisis, el del sistema político electoral medio inútil para procesar las demandas de cambio. Pero luego está el nivel de análisis del gobierno. Y, claro, si me preguntas si yo quisiera que hubiera Evo Morales o Correa en el Perú yo te respondo que ¡de ninguna manera! y en ese sentido me parece estupendo que Castilla sea ministro de economía. Pero esa opinión personal en el nivel de análisis gubernamental no me puede vendar los ojos frente al nivel del sistema político, en el cual es una decepción que el ministro de economía sea tan transparentemente un jugador del equipo que perdió las elecciones. Hay un desencuentro muy difícil de resolver ahí entre esos dos niveles: entre la buena administración y un sistema político democrático que se deslegitima al ser incapaz de procesar el cambio. De ahí que haya alternancia a un nivel, pero que no tengamos alternativa en el otro.
¿Con partidos políticos correctamente constituidos, habría sido posible que algún presidente posterior a Fujimori se anime a cambiar o reformar el régimen que tú mencionas en tu análisis?
No sé, tal vez dependería del partido. Lo que sí creo es que los partidos fuertes presionarían bastante más a los gobernantes elegidos para que cumplan las promesas electorales. Los costos de bypasear a sus electores serían más altos. Si el APRA fuese un partido sólido seguramente habríamos visto más choques y presiones contra García. Y ni qué hablar si Humala tuviera un partido.
¿Por qué la debilidad o casi inexistencia de sistema político en el Perú impide un cambio del régimen que tú mencionas en tu texto?
Yo tengo la impresión de que la caída del gobierno de Fujimori en el Perú fue como una suerte de caída del Imperio Romano que dio lugar al establecimiento de miles de micro-poderes. El Perú post Fujimori es una suerte de Edad Media de poder pulverizado tras la caída del actor hegemónico y central. El asunto es que ninguna de esas micro-parcelas de poder es capaz de cambiar nada sustancial ante un sistema que es mucho más fuerte que sus partes. En esa situación ¿cómo podría haber cambio? En ese sentido Julio Cotler tiene toda la razón cuando dice que todavía somos una sociedad post-Fujimori.
Haces una lista de varias debilidades de Ollanta Humala como Presidente o como político en sí. Digamos, ¿en cuatro años, cuántas y cuáles debilidades son superables? ¿Hacia dónde va el Ollanta ‘político’?
Pero yo en el artículo he querido dejar en claro que nada de esto es, esencialmente, propio de Humala. Él es reflejo de una clase política cada vez más precaria, o cada vez con menos poder (intelectual, organizacional, económico). El Presidente, pido disculpas por lo que voy a decir, es anecdótico, mucho más importante me parece ver lo que él y la precariedad del gobierno nos dicen del sistema político peruano. A mí, honestamente, en estos días no me interesa tanto el análisis de una administración democrática, que puede ser mejor o peor, me interesa más el proceso largo de consolidar un régimen democrático que yo creo en el Perú está pegado con babas.
¿Pero podría o no aprender el Presidente Humala?
¡Claro que puede aprender! Y estoy seguro que está aprendiendo. Toledo se parecía a Humala en muchas cosas, por ejemplo, ¡le tenía más miedo a su familia que a la oposición! y aprendió, aprendió mucho. Ahora, tal vez más que aprender, lo importante sea saber de quién va a aprender. Excelente si tiene oídos para el Canciller Roncagliolo, pero si va a aprender de su mano derecha fujimorista Villafuerte, mejor que siga en la ignorancia.
¿Qué imagen de este año consideras demuestra más claramente la idea de que vivimos en una democracia completamente pobre de partidos?
En el artículo he sugerido que el video de la última negociación entre Lerner y los líderes de la protesta en Cajamarca es la mejor prueba de esta democracia sin partidos. Pero no es solo sin partidos, es un constante vacío de poder. En esa negociación, de los dos lados, nadie tiene poder real. Nadie representa a nadie. Ni los que protestan dispersados en decenas de individuos que representan micro-poderes, ni el gobierno donde el Primer Ministro no coordina con su Ministro del Interior, ni sabe lo que el Presidente Humala quiere. De ese despelote político generalizado está difícil que surja cualquier acuerdo.
Y sin Estado aparecen otros protagonistas…
Claro, quizás más problemático que la ausencia de partidos es la débil legitimidad del Estado, sus instituciones y sus funcionarios. Nadie cree en nadie. Octavio Paz dijo alguna vez que los mexicanos ya solo creían en la virgen de Guadalupe y en la lotería. En el Perú yo creo que ya no se confía ni en la lotería. Así que ahí está la Iglesia metida a resolver lo que es tarea de las instituciones republicanas. Cuando los curas salen de las iglesias y los militares de los cuarteles, preocúpate.
Mucho se habla de carencia de sistema de partidos y de que ello se nota por ejemplo en situaciones como Cajamarca o Espinar en donde gente que tiene mínima representación termina poniendo contra la pared a un gobierno nacional. Yo quisiera que me respondas. ¿En un Perú como el que describes en tu texto, donde una reformar no es visible, qué hacemos mientras la gente tira piedras o bloquea carreteras? ¿Cómo sobrevivimos así? ¿Nos echamos a llorar o nos encomendamos a San Martín de Porres?
No, yo creo que es posible seguir avanzando. El Perú está en una situación muchísimo mejor que hace doce años. Hay problemas y a veces el día a día nos nubla el panorama más general que no es tan sombrío. Creo que hay algunas cosas que se pueden hacer con voluntad y talento. Por ejemplo, yo espero que los programes sociales del MIDIS, muchos de los cuales recién comienzan tímidamente, se potencien y tengan el efecto de legitimar, aunque sea lentamente, al Estado, al gobierno, a la democracia. De otro lado, hay que seguir con la revolución de las carreteras, eso saca de la pobreza a mucho más gente que los programas sociales. O sea, MIDIS legitima y la expansión de mercados es el real motor para eliminar la pobreza. Ahora, yo lo sé, nada de esto te resuelve la protesta que está ocurriendo en este momento y que es lo que atormenta al gobernante.
¿Y en lo político, podría haber una gran sorpresa?
En el plano más político, tengo la esperanza un poco ilusa de que apareciese algo que agrupe un frente de social-demócratas, liberales, moderados en general. Algo que diese forma y representación más permanente a ese 25% de la población que no va a votar por populismos de derecha o izquierda. Seguramente no ganaría elecciones pero podría ser un tercero indispensable para gobernar. Algo que cumpliese con la vieja descripción que Keynes hacía del pequeño partido liberal inglés, que era el más importante del país pues le brindaba ideas a los laboristas y cuadros a los conservadores. Pero qué sé yo, tal vez ya estoy delirando.
En una parte de tu texto pude extraer la idea de que la clase política tiene una relación inversamente proporcional a la de la clase económica empresarial. ¿Por qué los empresarios parecen votar a diario y decidir algunas cosas mientras que los políticos desaparecen o son menos relevantes?
Porque están mejor organizados que los políticos. En el Perú tres de cada cuatro congresistas se renuevan a cada elección. Los ministros se suceden sin tener experiencia en sus sectores. Y tienes un Presidente que no ha sido ni regidor. ¿Cómo podría esa clase política cada vez más inexperta, pobre e improvisada torcerle la mano a un sistema en el cual los intereses empresariales han sido parte fundamental? Las autoridades elegidas en el Perú tienen muy poquito poder.
Muchos de los actores sociales de las protestas, en Cajamarca y otras zonas acusan a Humala de traidor o de mentirle al pueblo. Piden incluso que se le saque del cargo. ¿Por qué consideras que estas protestas locales, provinciales y regionales no podrán llegar a verse plasmadas en la realidad? ¿Hasta dónde puede llegar una protesta en el Perú de hoy?
Creo que son protestas inconexas, fundamentalmente rurales, lejos de la capital, sin aliados urbanos. Creo que pueden conseguir desinflar ciertas inversiones y dar cierta impresión de ingobernabilidad pero me parece difícil que puedan llegar a articular un movimiento que realmente ponga en peligro la presidencia de Humala.
Mencionas que Humala no es un traidor ni corrupto. Quisiera, por favor, saber si puedes identificar una o dos cosas positivas en este primer año. Algo que quizás anime a pensar en esa clásica frase de «una luz al final del túnel»…
En términos generales, a mí lo de traidor me parece una exageración. O sea, creo que los campesinos y ciudadanos en pleito contra la minería sí tienen derecho a decirlo. Pero, luego, Humala ha cumplido muchas de sus promesas: la creación del MIDIS, el aumento de salario mínimo, el gravamen a la sobre-ganancia minera, Cunamás, Pensión 65, todas son promesas de campaña y las está cumpliendo. Todo esto me parece muy importante, positivo, y no se puede minimizar de ninguna manera. A mí lo que me resulta intolerable es cuando oigo a la izquierda quejarse por la militarización del gobierno o un supuesto autoritarismo, no se pasen pues, no pueden salir con cara de sorprendidos a decir “¡Oh no! el militar nos traicionó y está gobernando como militar.” Yo te aseguro que si Humala hubiera usado a las fuerzas armadas contra el modelo económico ya habría varios de ellos escribiendo que las Fuerzas Armadas en determinadas circunstancias deben ponerse del lado de los intereses populares.