Autor: Gerardo Caballero
El politólogo peruano Alberto Vergara, investigador posdoctoral de la Universidad de Harvard, concedió esta semana una entrevista a El Comercio, en la cual habló de los inconvenientes generados por la exclusión de candidatos, así como del panorama electoral.
– Esta es una elección bastante atípica, ¿no?
Sí. A nuestra acostumbrada incertidumbre electoral, se le ha agregado una incertidumbre alentada desde las instituciones. Como decía Mirko Lauer, a los tradicionales indecisos electores de la política peruana hay que agregar ahora el JNE, una suerte de nuevo y gran indeciso. Es lamentable que nos hayan metido en este problema. Y donde queda mejor probada la atipicidad de las elecciones es en el enrejado que ha habido que poner al JNE, algo que no habíamos visto antes. Las instituciones electorales habían construido gradualmente una legitimidad importante en el Perú pos-Fujimori. Y en esta elección, el jurado casi se ha farreado eso que costó década y media construir.
– ¿Solo el JNE nos ha metido en este problema?
Lo que estamos viendo es el resultado de jueces precarios teniendo que aplicar leyes precarias. Y en ese sentido, la responsabilidad viene de quienes generaron y aprobaron esas normas, y de los magistrados, un grupo de personas sin conocimiento de derecho electoral que terminan teniendo demasiado poder. Pero el origen del desmadre está en el delirio de creer que se puede legislar sobre partidos donde no existen partidos. Es como si en Lima se legislara sobre tormentas tropicales.
– ¿Cree que el JNE pretende favorecer a algún candidato o partido?
No me parece. El Estado peruano está poblado de jueces procidementalistas, leguleyos. La cuestión es que en un ámbito sensible como el electoral no deberías tener jueces de ese corte. Hay un desencuentro entre este tipo de jueces y leyes poco útiles. Eso es lo que está primando, más que algún tipo de fraude o gran conspiración. Es un problema de ‘rule of law’, no de democracia. Han salvado a Keiko Fujimori porque eliminarla generaba un escenario peor.
– Hablemos un poco de los candidatos, ¿cómo los ve en general?
Me parece que, sorpresivamente, hemos acabado teniendo cuatro buenos candidatos. Hay una derecha conservadora, con Keiko Fujimori, que es sólida como candidata; hay un buen representante de la derecha tecnocrática, como Kuczynski; hay un candidato socialdemócrata bueno, como Alfredo Barnechea, y Verónika Mendoza, que me parece una mujer súper articulada, con propuestas de izquierda, que tienen que existir en cualquier país. No sé si peco de optimista pero me parece un escenario bastante alentador en términos de competencia política, independientemente de las preferencias electorales de cada quién.
– Ha aparecido una encuesta de CPI, donde se señala que el fujimorismo podría tener 70 escaños. ¿Le parece un escenario preocupante?
El fujimorismo es un movimiento que vivió en el poder con un Ejecutivo que sometía completamente al Legislativo y cuya raíz es jactarse de la eficacia, no de los procedimientos democráticos. En ese sentido, es un peligro la concentración de poder, que haya una ausencia de balance desde el Legislativo. La derecha peruana va a exigir a Keiko Fujimori que actúe con inmediatez, que saque a como dé lugar grandes proyectos mineros. En ese escenario, que [el fujimorismo] tenga un dominio de esa magnitud sobre el Congreso constituye un peligro.
– ¿Piensa usted que un posible gobierno de Keiko Fujimori sería corrupto y autoritario, como el de su padre, o más bien que un triunfo suyo es, para usar un término que empleó Vargas Llosa, la reivindicación del gobierno de su padre?
No creo que vaya a hacer un gobierno corrupto como el de su papá ni igual de autoritario. Sin embargo, pensando en el largo plazo, la elección de Keiko constituiría un daño severo a la autoestima de la nación al convalidar el gobierno del padre. Es el tipo de cosas de las cuales te seguirás avergonzando y arrepintiendo, como peruano, en 50 años. Además sería un papelón ante la comunidad internacional. Elegir a la hija de quien te robó, de quién violó las leyes más esenciales de la República sería una mancha en la autoestima nacional que será muy difícil de borrar.
– Usted no respalda a Keiko Fujimori, pero, por sus artículos, intuyo que tampoco a Verónika Mendoza. ¿Cómo ve los escenarios de una segunda vuelta con PPK o Alfredo Barnechea?
Déjame hacer un análisis que no es de predicción electorera. Pienso que si la segunda vuelta es entre Keiko y PPK la elección se convertirá en un plebiscito sobre el apellido Fujimori y nada más. Como sabemos bien, PPK apoyó a Keiko en la elección pasada con un entusiasmo que no era el de [quien apoya el] mal menor, sino que parecía un fujimorista que había estado disfrazado en primera vuelta. Pero una segunda vuelta contra Barnechea obligaría a que ese debate ocurra. No se centraría en el apellido Fujimori, sino en las inercias políticas y económicas que han prevalecido en el país en los últimos 25 ó 15 años. Para decirlo con Octavio Paz, tendríamos oportunidad para la crítica. Sin crítica, no hay capacidad de actuar, y actuar en la esencia misma del ciudadano libre.
– PPK sostiene que él es el único que puede derrotar al fujimorismo en segunda vuelta.
Si yo fuera candidato, también lo diría. Pero es una afirmación claramente falsa. No dudo que él tenga esa posibilidad, pero, con el crecimiento del antivoto de Keiko, todos la tienen. Además ha demostrado una capacidad constante para meter la pata. No sé si este señor, tan viejo, tan a la derecha y tan limeño, que se pone patán con periodistas de provincias y con una mujer joven, como Verónika Mendoza, pueda ganarle fácil a una candidata como Keiko Fujimori, que es tan fuerte en los sectores rural y las clases bajas.
– ¿Cómo actuará el liberalismo peruano si PPK no llega a segunda vuelta?
Sería penoso que sigan prefiriendo a Keiko antes que a dos opciones [Barnechea y Mendoza] que son menos preocupantes de lo que era Ollanta Humala hace cinco años. Pero, como sabemos bien, muchos de esos llamados liberales son profundamente conservadores y el fujimorismo es una fuerza conservadora. No me parece una contradicción que terminen apoyando a Keiko Fujimori.
– ¿Son Barnechea y Mendoza amenazas a la economía peruana?
No creo que sean grandes amenazas. En todo caso, más allá de si lo son o no, me parece que estos dos candidatos han cumplido una labor inmensa al poner ciertos temas sustanciales en la discusión pública, que han sido eclipsados por las discusiones leguleyas y triviales. La acogida que tienen demuestra que hay un sector de la población que quiere conversar estos temas.
– ¿Estamos presenciando la desaparición de los políticos que dominaron el escenario tras la caída del fujimorismo?
Tal vez. Es la ventana de oportunidad para que el Apra se plantee una vida post-Alan. Quién sabe. En Perú Posible, sí queda claro que Toledo no quiere que haya una vida pos-Toledo. Como los faraones egipcios, se va a ir al otro mundo con todo lo que poseía.
– Decía usted que estas son unas elecciones que se anunciaban tristes. ¿Sigue pensándolo?
Sí. Helmut Schmidt, ex canciller alemán, decía: el que tenga visiones que se haga ver por el doctor. En el Perú hay un poco de eso: la celebración de la ausencia de visión, la incapacidad de pensar en el país como algo que va más allá que el dígito del PBI. La única angustia existencial que hay en el Perú es si el crecimiento va ser 3,4% o 3,6%. El país se puede caer a pedazos, pero, si crecemos a 6%, todos felices.
– Algunos candidatos parecen más preocupados por el PBI que otros.
El problema es cuando crees que el país se agota ahí. Se equivocan. Las encuestas están clarísimas: la gente quiere una serie de cambios. Lo que pasa es que en el Perú todo se lee de manera económica. Se cree que todo cambio implica la llegada de Chávez. Pero los cambios son necesarios.
Enlace: http://elcomercio.pe/politica/elecciones/eleccion-keiko-seria-dano-autoestima-nacional-394373